El Diccionario de la Real Academia
Española, en su 22ª edición, define la resiliencia como la “Capacidad
humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”.
Esto es, un recurso mental útil en situaciones de emergencia o stress personal. Como cualquier capacidad humana, es
susceptible de entrenarse, desarrollarse y mejorarse para su mejor
aprovechamiento ante determinados eventos.
También, y dentro de la condición social de la
especie humana, se refiere a esa capacidad en una comunidad. En esta segunda
vertiente, se viene observando un movimiento a nivel global que pretende poner en
valor y extender esta idea. Ejemplos de ello son el Desafío Ciudades Resilientes
de la Fundación Rockefeller
o el esfuerzo emprendido por el Ayuntamiento de Lorca desde el terremoto que
sacudió a esta localidad en 2011.
Desde luego, esta idea se engloba en el ámbito
más amplio de la “Preparación ante desastres”. Sin embargo, a diferencia de la
corriente predominante de grupos formados bajo el amparo de una u otra
administración y con competencias de intervención limitadas a sus miembros, la
resiliencia pretende que sean todos los estratos de una población los que
asuman esa preparación siempre dentro de sus medios y capacidades a título
individual.
Este puede ser el caso de los Estados Unidos.
Allí, la preparación recae de forma más intensa sobre las propias comunidades, con
conceptos como los Equipos Comunitarios de Respuesta a Emergencias (CERT por
sus siglas inglesas). Entendiendo que ello responde a la tradicional
individualidad y desconfianza de los estadounidenses hacia la autoridad, resulta
curioso cómo son los nacionales de un tercer estado los que llevan este
concepto hasta el extremo.
Este estado no es otro que Finlandia. Dado su
clima hostil y sus continuos cambios de manos a lo largo de la historia, no es
de extrañar que el carácter de los fineses se caracterice por rasgos como el
coraje o la tenacidad ante los infortunios.
Ellos definen todo eso con una palabra: sisu. No tiene traducción exacta, pero
viene a significar resolución, tenacidad o perseverancia. Lo realmente
importante es que es su signo definitorio como nación, algo a lo que todo buen
finlandés debe aspirar y de lo que debe hacerse digno, pues es parte de su
herencia y acervo cultural. También es algo mucho más discreto e íntimo que la
individualidad americana. Tanto es así, que apenas se menciona, dándose por
hecho que cualquier finés estará a la altura llegadas las circunstancias.
Y esa ahí donde estriba la verdadera fortaleza
y la grandeza de este concepto. Mientras que la resiliencia o la preparación se
entienden como algo comunitario, social o conjunto que ayuda a los individuos
integrados en un grupo a superar una determinada circunstancia, el sisu es algo interior a cada uno de
ellos que, en aplicación conjunta,
resulta beneficioso para su comunidad de origen. Es además una idea global, aplicable
en el día a día y no solo enfocado a la resolución de catástrofes de una u otra
índole, con lo que esto puede reportar en todos los ámbitos.
Por todo ello, tal vez los encargados del
sector de las emergencias, debieran dar una oportunidad a esta alternativa a
los paradigmas reinantes ,más aún cuando los mismos parecen haber alcanzado su
límite de desarrollo. Como con cualquier maniobra destinada a aumentar la
extensión de la educación que alguien
recibe, sus resultados no pueden ser sino positivos.
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